Con un pie en febrero, revisamos como estamos cumpliendo con nuestros propósitos de Año Nuevo: ¿los estamos manteniendo? ¿los hemos abandonado? ¿o entramos en un modo intermitente?
El inicio de un nuevo año simboliza una nueva oportunidad para muchos, marcando un punto de partida para establecer propósitos que buscan mejorar nuestra calidad de vida. Sin embargo, mantener estos propósitos más allá de enero es un desafío común.
Tanto si los has abandonado o cumples con ellos de manera intermitente, puede que te estén generando sentimientos de frustración, decepción o autocrítica ya que en muchas ocasiones los propósitos de Año Nuevo son más que simples deseos; son compromisos personales que reflejan nuestros deseos más profundos de cambio y mejora en diversas áreas de nuestras vidas.
Preguntarnos que está pasando con estos propósitos y con nosotros mismos a la hora de llevarlos a cabo nos puede ayudar a mantenerlos más allá de enero y encontrar las herramientas necesarias para hacerlo.
Revisamos 4 de los objetivos más comunes que escuchamos en consulta, algunos de los motivos que nos frenan a la hora de cumpliros y qué podemos cambiar:
1. Hacer ejercicio
Cuando elegimos este propósito lo hacemos con la intención de mejorar nuestra salud física y mental, también se le pueden sumar socializar, mejorar nuestra autoestima o aprender algo nuevo.
¿Porqué no lo cumplimos?
Puede que no hayamos encontrado una actividad física que disfrutemos, que se adapte a nuestro estilo de vida y capacidades físicas. También puede tener que ver con algo que viene de “dentro de nosotros”, por ejemplo, que deseemos una rutina tan perfecta que cualquier contratiempo la echa por tierra, que no veamos resultados inmediatos o una vocecita que te dice “quédate mejor en la cama”…
¿Qué podemos cambiar para cumplirlo?
Establecer un horario regular y metas a corto y largo plazo es crucial. La constancia se ve reforzada por la motivación intrínseca, la celebración de pequeños logros personales y el establecimiento de rutinas. “Negociar” con las partes de uno mismo que nos sabotean para continuar con aquello que nos proponemos es algo todos podemos hacer en vez de hacerlas caso como si fuesen la “voz de la razón”. Si ya lo hemos intentado por nuestra cuenta, y vemos que nada cambia, tal vez acudir a un profesional cualificado pueda ayudar en este proceso.
2. Mejorar hábitos de comida y llevar una dieta saludable
Ya sea por indicación de nuestro médico o porque entendemos que este propósito nos va a aportar beneficios en nuestra vida a largo plazo hemos decidido llevar una dieta saludable y mejorar nuestros hábitos alimenticios.
¿Porqué no lo cumplimos?
Y aquí estás el quit de la cuestión: muchas veces relacionamos una dieta saludable con una dieta restrictiva. Nos centramos solo en un grupo de alimentos, o recurrimos a “dietas milagro” que no son asumibles a largo plazo. Por eso, un de los motivos por los cuales abandonamos o seguimos de manera intermitente este propósito es porque no hemos terminado de entender el vínculo emocional que hemos establecido con la comida. Por ejemplo, muchas personas recurren a la comida como una forma de hacer frente a emociones desagradables, como el estrés, la ansiedad o la tristeza. Este uso de la comida como mecanismo de afrontamiento puede establecer un patrón de conducta adictiva, ya que la comida se convierte en una fuente de consuelo y alivio temporal de las emociones desagradables.
¿Qué podemos cambiar para cumplirlo?
La clave está en hacer cambios graduales y sostenibles, como aumentar la ingesta de frutas y verduras, reducir los alimentos procesados y planificar las comidas. La asistencia de un nutricionista puede proporcionar una guía personalizada y realista, adaptada a las necesidades y objetivos individuales. Es importante enfocarse en la nutrición balanceada en lugar de las dietas restrictivas, buscando un cambio de hábitos a largo plazo.
En el caso de nuestro ejemplo, encontrar otras maneras con las cuales afrontar estas emociones como la relajación, escribir un diario o hablar con un amigo te pueden ayudar a dejar de usar la comida como muleta emocional y mantener tu propósito. Si sientes que todavía te es difícil realizar o mantener estos cambios, y que no hacerlo está afectando significativamente tu vida y bienestar, puedes considerar la opción de buscar ayuda psicológica profesional.
3. Reducir o dejar el alcohol
No es lo mismo proponerse reducir el consumo de alcohol que dejarlo y por lo general las motivaciones para elegir una u otra opción pueden variar. Saber que es lo que nos lleva a elegir este propósito, por ejemplo, porque queremos estar más saludables, porque hemos perdido el control sobre nuestra ingesta, porque no nos gusta en quien nos convertimos cuando bebemos o porque la resaca no merece la pena, nos ayudará a elegir estrategias específicas.
¿Porqué no lo cumplimos?
Si nuestro objetivo es reducir o dejar el alcohol es muy importante entender el contexto en el que lo hacemos y los sentimientos vinculados a su ingesta. El contexto social puede ejercer una fuerte influencia como incentivo para beber alcohol: la presión de grupo, los rituales sociales, y el sentirse fuera de lugar son algunas de las razones por las cuales podemos recaer en este habito. En cuanto a los sentimientos vinculados al consumo, muchas personas recurren al alcohol como una forma de hacer frente a emociones desagradables, como el estrés, la ansiedad o la tristeza, convirtiéndose en una fuente de consuelo y alivio temporal de las emociones desagradables.
¿Qué podemos cambiar para cumplirlo?
Para lograrlo, es esencial establecer metas claras y realistas, como reducir la cantidad consumida semanalmente o fijar días libres de alcohol. La ayuda de profesionales especializados, que asistan a la persona con un tratamiento psicológico para adicciones, puede ser algo valioso en este proceso. Estos expertos pueden ofrecer terapias cognitivo-conductuales que ayudan a modificar los patrones de pensamiento y comportamiento relacionados con el alcohol. Además, el apoyo de grupos y aplicaciones móviles que monitorean y motivan el progreso puede ser un recurso adicional valioso.
4. Pasar menos tiempo en redes sociales
La reducción del tiempo en redes sociales puede tener un impacto significativo en la salud mental, sueño, relaciones interpersonales y productividad. Si nuestro objetivo es pasar menos tiempo en ellas posiblemente es porque hayas notado que alguna de estas áreas se está viendo afectada.
¿Porqué no lo cumplimos?
El diseño de las redes sociales está creado para ser atractivo y mantener a las personas conectadas. Esto puede conducir a comportamientos adictivos, donde sentimos la necesidad constante de verificar nuestros perfiles y actualizaciones. Cuando dejamos de usar las redes sociales o limitamos su uso nos puede invadir el miedo a perdernos algo importante (FOMO), perdemos una fuente de validación y conexión social o bien nos quedamos sin esa herramienta que nos “ayuda” a escapar de la realdad.
¿Qué podemos cambiar para cumplirlo?
Observa tus hábitos y toma conciencia de cuándo recurres compulsivamente a las redes sociales. Intenta reducir o eliminar estos momentos, como revisar el teléfono antes de acostarte o al despertar. Establecer límites específicos, como horarios sin dispositivos electrónicos o aplicaciones que monitoreen el uso, puede ser efectivo. Reemplazar el tiempo en redes sociales con actividades más enriquecedoras como leer, ver una película, pasear, practicar hobbies o pasar tiempo en la naturaleza puede mejorar significativamente el bienestar mental. Es importante reconocer el valor de las interacciones cara a cara y las actividades que promueven la relajación y el autocuidado. Asimismo, los psicólogos pueden ofrecer apoyo y estrategias adicionales para abordar la adicción y mejorar tu relación con la tecnología.
Madrid como núcleo de estudio
Madrid se ha convertido en un referente en el tratamiento de adicciones y bienestar psicológico. Hay numerosos centros especializados en el tratamiento de adicciones en Madrid, ofreciendo una amplia gama de terapias y programas adaptados a las necesidades individuales. Estos centros proporcionan un entorno de apoyo y profesionalidad, con tratamientos que abordan tanto los aspectos físicos como los psicológicos de las adicciones. La accesibilidad a estos recursos convierte a Madrid en un lugar ideal para aquellos que buscan iniciar o continuar su camino hacia la recuperación y el bienestar.
Mantener los propósitos de Año Nuevo es un proceso que requiere compromiso, planificación y un enfoque equilibrado y realista. Al establecer metas claras, buscar ayuda cuando sea necesario y adoptar un enfoque integral, estos propósitos pueden convertirse en cambios positivos y duraderos en nuestras vidas. Recordemos que el cambio es un viaje continuo, no un destino, y que cada pequeño paso cuenta en el camino hacia el bienestar personal.