Los trastornos de personalidad se caracterizan por un patrón de pensamiento, funcionamiento y comportamiento rígido que provoca problemas y limitaciones en las relaciones, las actividades sociales, el trabajo o la escuela.
Los síntomas son diferentes según el tipo de trastorno de la personalidad, pero en general existe una dificultad para relacionarse con los demás y manejar el estrés.
Las personas con un trastorno de personalidad a menudo parecen inconsistentes, confusas y frustrantes para los miembros de la familia y otras personas que las rodean, incluidos los médicos.
Las personas con un trastorno de la personalidad pueden tener problemas para saber cuáles son las formas razonables, seguras y aceptables de tratar y comportarse con los demás.
Los trastornos de la personalidad suelen comenzar en la adolescencia o en la adultez temprana.
El DSM-5 (Manual diagnóstico y estadístico de los trastornos mentales de la Asociación Psiquiátrica de Estados Unidos) menciona diez trastornos de personalidad, los cuales se agrupan en tres grupos:
Grupo A (trastornos raros o excéntricos)
Grupo B (trastornos dramáticos, emocionales o erráticos)
Grupo C (trastornos ansiosos o temerosos)
El tratamiento de los trastornos de la personalidad se realiza con psicoterapia. Es más probable que la terapia sea eficaz cuando las personas buscan tratamiento y están motivadas para cambiar.
Los medicamentos pueden ayudar a aliviar los síntomas, y pueden ayudar a controlar ciertos rasgos problemáticos de la personalidad,
Aunque los tratamientos específicos difieren según el tipo de trastorno de personalidad, la terapia, en general, tiene como objetivo:
Los trastornos de la personalidad pueden ser particularmente difíciles de tratar, por lo que es importante elegir un terapeuta que tenga experiencia, no juzgue y que pueda comprender la imagen que tiene la persona de sí misma, sus rasgos problemáticos y sus fortalezas.