Identidad Digital vs. Identidad Real: Claves Psicológicas para Mantener el Equilibrio

identidad digital

Vivimos en una era donde la tecnología nos permite estar más conectados que nunca. Con un clic, accedemos a noticias, comunidades, entretenimiento y relaciones. Esta conexión puede tener la capacidad de potenciar o distorsionar nuestra relación con el mundo real.

Por un lado, nos permite mantener contacto con personas que son valiosas para nosotros, implementar trabajos a distancia, ser más eficientes haciendo un uso adecuado de la tecnología, implementar nuestras habilidades, conocimiento… Por otro lado, un mal uso, podría convertirse en una desconexión de lo que realmente importa: el aquí y el ahora, nuestras metas personales, la vida emocional, los procesos detallados y elaborados  y las relaciones significativas cara a cara.

¿Qué es la Identidad Personal?

La consolidación de la identidad personal es un proceso psicológico dinámico y complejo en el que no sólo participan las propias experiencias vitales y nuestra percepción sobre la mismas, sino el contexto en el que nos estemos relacionando y la opinión que guarden acerca de nuestros propios procesos. Así, no sólo soy lo que veo, sino lo que otros ven de mí. Esta imagen como bien se ha especificado es dinámica, es decir, va cambiando a medida que nos vamos desarrollando y relacionando con otros contextos (laboral, social, familiar…).

A veces las presiones del contexto nos pueden forzar, si no trabajamos en ello, a cumplir con objetivos o exigencias de las que, a pesar de generar incomodidad, terminamos realizando por esa búsqueda de aceptación o paz con el entorno, pudiendo generar un desequilibrio entre el “yo real” y el “yo ideal”.

La frase de “a veces me doy cuenta de que si no apunto mis objetivos termino haciendo los objetivos de los demás” es capaz de sintetizar lo dicho previamente. Por eso, la identidad per sé es tan vulnerable, ya que implica de una gran habilidad para poder determinar “para qué” hacemos lo que hacemos y si es congruente con la definición qué queremos establecer de nosotros mismos.

La Nueva Identidad Digital

Con la aparición de la tecnología surgió también el concepto de identidad digital. Se podría entender como una representación en línea de la persona que es más o menos congruente con nuestra identidad personal, pero con un carácter más superficial.

La identidad digital se refiere a cómo nos presentamos en entornos digitales como redes sociales, blogs, foros o plataformas profesionales. Incluye desde nuestras fotos y publicaciones, hasta los comentarios que dejamos y los datos que compartimos. En esencia, es una construcción de cómo queremos que nos perciban en línea.

Características clave:

  • Selección consciente: Elegimos qué aspectos de nuestra vida mostrar y cuáles ocultar.
  • Influencia del entorno: Los likes, comentarios y expectativas sociales moldean esta identidad.
  • Flexibilidad: Es fácil modificarla o reinventarla.

Relación entre identidad digital e identidad real

A más se parezca nuestra identidad personal a la digital, mayor conexión con el mundo real y mejor equilibrio entre “ambos perfiles”. A más distancia haya entre ambas identidades, mayor riesgo a que pueda generar una distorsión y, por ende, una desconexión de las cosas que consideramos verdaderamente importantes.

Un ejemplo de lo segundo sería la creación de un perfil falso o la persecución de una imagen idealizada de uno mismo a fin de “agradar a la comunidad y conseguir más seguidores” por considerar que uno “no es suficientemente bueno como para gustar a otras personas” o por el miedo a que “descubran que soy una farsa y me convierta en una especie de paria social”.

Al final, se vende una imagen de bienestar y éxito que, aunque no se vivencie en la vida real, genera tal presión que refuerza la consolidación de un bucle de abuso de las redes hasta el punto de no poder realizar rutinas o incluso, relacionarnos, sin hacer uso de la identidad digital que tanto ha costado mantener.

Impactos psicológicos de las discrepancias entre identidades: la adicción digital

Los más vulnerables en todo este proceso son aquellos individuos que se encuentran en plena consolidación de la identidad personal, de ahí que los niños y adolescentes estén en primera línea cuando hablamos de la necesidad de prevenir sobre su uso. Sin embargo, los adultos tampoco estamos exentos y también caemos presos fácilmente de los algoritmos tan bien elaborados que tienen las redes para reforzar su uso y, por ende, proceso adictivos.

No es lo mismo, uso, abuso que adicción

La diferencia entre uso, abuso y adicción radica en la intensidad, la frecuencia, el impacto en la vida diaria y el grado de control que se tiene sobre una conducta o sustancia.

¿Cómo diferencio placer de adicción?

                  La diferencia, aunque parece sutil, se hace notable cuando respondemos a las siguientes preguntas:

  1. ¿Puedo detenerme cuando quiera?
    • Si la respuesta es «sí», probablemente es placer.
    • Si es «no» o sientes resistencia, puede ser adicción.
  2. ¿Cómo me siento después?
    • El placer saludable deja una sensación positiva y sin culpa.
    • La adicción genera vacío, culpa o insatisfacción tras el acto.
  3. ¿Interfiere con otras áreas de mi vida?
    • Si no afecta tu vida laboral, social o personal, es placer.
    • Si empieza a causar problemas, es un signo de adicción.
  4. ¿Lo necesito para sentirme bien?
    • El placer es una opción, no una necesidad.
    • La adicción se convierte en algo indispensable para evitar malestar.

¿Qué puedo hacer para usar lo digital y vivir la vida?

La clave no está en desconectarnos completamente de la tecnología, sino en encontrar un equilibrio saludable que nos permita aprovechar sus ventajas sin perder de vista nuestras necesidades psicológicas fundamentales.

  • Priorizar interacciones cara a cara y entornos físicos. Planifica actividades gratificante al aire libre, deportivas o de ocio con otras personas.
  • Establecer límites digitales. Busca fijar un tiempo delimitado del uso de las tecnologías con un fin/propósito fijado previamente. Podemos incluso recordarles a nuestros dispositivos que nos avisen cuando llevamos más tiempo de la cuenta, bloqueando dichos accesos pasado un tiempo.
  • Tener una rutina deportiva. Dedica un tiempo diario o regular a actividades físicas que te resulten atractivas, como caminar, practicar yoga, pilates o participar en deportes grupales. Estas actividades no solo mejoran tu bienestar subjetivo y tu salud general, sino que también fomentan un placer duradero y sostenido, especialmente cuando se practican con constancia. A diferencia de la gratificación inmediata que ofrecen las pantallas, cuyo efecto tiende a desvanecerse con el tiempo, estas prácticas promueven un bienestar profundo y duradero.
  • Diferenciar cantidad de calidad. En lugar de acumular interacciones virtuales superficiales, busca relaciones significativas tanto en línea como fuera de ella.
  • Trabajar en la regulación emocional. Busca gratificaciones que requieran tiempo y esfuerzo, aquellas que dependan de tu dedicación diaria y contribuyan a tu crecimiento personal. Este enfoque te ayudará a manejar mejor situaciones de alta incertidumbre o momentos de intensa frustración emocional. La tecnología, por su diseño, favorece las gratificaciones inmediatas, y si no aprendes a gestionarla adecuadamente, puede llevarte a centrarte únicamente en lo instantáneo, dejando de lado aquello que, aunque lleva más tiempo, resulta verdaderamente significativo y satisfactorio.

Ayuda para Encontrar el Equilibrio en mi Identidad Personal

Si sientes que la tecnología está ocupando un espacio desproporcionado en tu vida, dificultando tus relaciones, tu productividad o tu bienestar emocional, es fundamental reconocerlo y dar el primer paso hacia el cambio. En estos casos, pedir ayuda psicológica es una decisión valiente y necesaria. Un profesional de la salud mental puede ayudarte a identificar los patrones de uso problemático, desarrollar estrategias para recuperar el equilibrio y reconstruir un vínculo saludable con la tecnología. Recuerda, buscar apoyo no es un signo de debilidad, sino una muestra de fortaleza y compromiso con tu bienestar y con la vida que deseas vivir plenamente.

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